Exposición de pintura

Romo
Entre la nostalgia y la psicodelia

30 de enero – 15 de febrero 2016 Espacio Ronda Madrid

Romo (Murtazi Shamugia), nació en Kutaisi (Georgia) en 1961, en cuya academia de bellas artes se formó y desde donde proyectó su obra; obra que muy bien puede representar las esencias de lo que denominamos pintura georgiana: clasicismo, ironía, vitalismo, ingenuidad, atrevimiento, eclecticismo y respeto a los que han abierto camino.
Romo, no se le puede considerar como un pintor figurativo aún cuando en sus cuadros aparecen multitud de figuras humanas y animales; figuras que aunque perfectamente retratadas, seriamente retratadas, en actitudes conocidas de la vida cotidiana (guitarrista tocando, mujer tocando el cello con ímpetu), van más allá de lo que a primera vista representan; son la representación de lo que representan. La pintura no deja de ser un arte político, al servicio de las ideas, Vladimir Mayakovsky lo definió muy bien: “las calles son nuestros pinceles, las plazas nuestras paletas.
Romo, bien enseñado, con la filosofía de cubistas y constructivistas bien aprendida, y con el atrevimiento de quien no tiene nada que perder, reconstruye metafísicamente los objetos y los representa en planos superpuestos visibles gracias a transparencias imposibles, dando lugar finalmente a unos bellísimos cuadros surrealistas.
Y rizando el rizo, en una nueva pirueta circense, haciendo el más difícil todavía, atrae a la modernidad y junto al clásico óleo utiliza acrílico y resinas, sin solución de continuidad, en un alarde de oficio y obteniendo algo que lo emparenta con el pop art americano o con los cartelistas publicitarios con los que Romo es capaz de ironizar sobre cualquier imagen por muy asentada que esta esté; así el símbolo de la energía nuclear acompaña a un feto y a un código de barras en el mismo cuadro exponiéndose a mil interpretaciones; y en otra imagen dos monstruos antediluvianos pintados con resina se disponen a devorarse fieramente mientras el título del cuadro es un suave “debate”. La ironía que pone distancias, el detalle que relativiza las cosas, el guiño cómplice que nos hace sonreír y que en la obra de Romo está muy presente.

José Luis de la Cámara Ortega